A las personas hay que conocerlas bien, o, por lo menos bastante bien, y ser receptivos, entender lo que se quiere decir con cada palabra y frase, el contexto de la comunicación en sí para poder llegar a buenas conclusiones, sin malas interpretaciones, que puedan entorpecer la relación, o, incluso a la propia persona en su avance, no sólo del que habla, sino también, del que escucha. La fluidez, la claridad de mente, el buen impulso, la voluntad de preguntar, ante una interpretación, que nos parece dudosa o equivoca, es la base de que la continuidad y el beneficio mutuo se haga efectivo en el tiempo, con una gran calidad de ésta. Difícil de conseguir, hoy en día, dónde la turbación, por diferentes motivos, se hace acostumbrado, entorpeciendo, no solo el buen fin de dos o un conjunto determinado, sino el bienestar propio, emocional, físico, y mental. Totalmente, indispensable para estar bien. La paz, la claridad, y el buen hacer, basado en el amor, en uno, es lo que determin
Entra en un mundo real. La otra realidad.