LLANTOS SIN SALIDA.
Hoy recuerdo...
cuando mi mente aprisionada,
por humillación, lastre, inseguridad y ataque frío,
mi cuerpo se anquilosaba sin encontrar salida,
no sabia, no podía y en ello desespero.
Miedo y fuerza, debilidad remontada ante necesidad predispuesta.
Un deseo, un acucie, querer salir y encontrar sin búsqueda.
Hoy recuerdo un pasado, sellado y enterrado que por un momento asoma.
Hoy entiendo la posición del que se encuentra, sin salida, sin encuentro,
el alma llora y la esencia enclaustrada llama.
A la idea remota que sin querer se enfrenta,
encerrada dentro de un cuerpo sin poder moverse, llora.
Esa idea lejana por querer salir de un tormento,
una única salida asoma, y piensas,
y rechazas...
y rechazas...
No es factible, es de cobardes. Se nombra.
Hacerlo... No es fácil,
se asemeja a querer encontrar el cielo sin ser llamados.
Hoy recuerdo en un pasado remoto,
cuando el llanto no salia, la oscuridad que sentía me derivo por segundos.
Solo fueron eso, segundos....uno tras, otro,
enfrentando con tristeza, llena, cubierta, lloraba sin darme cuenta.
Mi alma, mi esencia humillada, dolorida, anquilosada con suplicio lo que se repetía,
suicidio, una palabra que puede llegar al acto,
fuerza para espantarla, fuerza para seguir en vida,
porque cuando aparece, somos muertos vivientes sin encontrar salida,
es dureza que nos golpea sin reacción,
nos aniquilaron para no poder.
Suicidio entonces aparece, querer salir y mucha fuerza para poder perdurar,
ahora entiendo, el suplicio si se hace constante deriva.
O eres débil o eres fuerte, no hay diferencia.
Llantos...sin salida.
Si uno quiere, lucha, busca ayuda, puede encontrar el cielo en vida,
solo el deseo, el esfuerzo y el tiempo, mucho tiempo da el apoyo, el resultado...
Nunca imaginado.
Llantos sin salida que se diluyen abriendo el alma y entendiendo,
somos humanos y se cometen errores, y algunos encima nuestro que derivan si lo encajas a la vida eterna.
Llantos sin salida, disueltos y fluyendo.
Así después del tiempo, así de fácil, ahora, que lo entiendo y he llegado.
Llantos...sin salida. Me obstruyeron.
Por Montse Cobas.
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