EL RATÓN QUE PUDO VOLAR.
Frisqui era un ratoncito de campo al cual le encantaba subirse a la copa de los arboles para desde allí observar todo el entorno, disfrutaba viendo como el águila volaba buscando algo que comer, como el oso jugaba con su osezno o como bajaba el agua por el rió.
Miraba y miraba pensando en como poder ver más y más, tanto...que se le quedaba corta la perspectiva. Aunque bajaba, escalaba, saltaba de rama en rama desplazándose por todo el bosque, siempre se decía...
¿Y allí, al final de donde alcanza mi vista, que debe haber?
En su imaginación ideaba un bosque lleno de muchos ratones afincados, ratones por todas parte, en el cual había un ratón rey que era él, al lado suyo todo un séquito de ratoncillas bellas, acicalándose con tal de pasear un rato por el campo con su majestad.
En sus ratos de descanso miraba a lo lejos, observaba a las águilas como volaban, desapareciendo de su vista en poco minutos.
-Cuanto daría por volar y poder ir lejos, lejos sin cansarme. - Son las dueñas del cielo. Se decía.
Un día la temperatura en el bosque empezó a bajar rápidamente, empezó a sentir frío, una sensación rara le recorría por todo el cuerpo, estaba intranquilo.
-¡Huf! que frío y que raro me encuentro. Se dijo.
Bajo de la copa de un gran abeto en el cual estaba y con tal de recuperar la temperatura corporal se resguardo entre sus ramas, no tenía tanto frío, pero aún así su inquietud permanecía.
Entre las ramas observante con los ojos bien abiertos pudo ver como un grupo de animales corrían dirección norte.
-¿Donde irán? Se pregunto.
El cielo empezó a tomar un tono al cual no estaba acostumbrado, blanco muy blanco.
Cada vez sentía más frío. Comenzó a temblar.
Sus dientecillos chasqueaban, se asusto, no lo había hecho antes, y en su sorpresa miro, miro a ver de donde provenía tal sonido.
Asustado comenzó a dar vueltas sobre si mismo, se cogía la cola con la boca con tal ímpetu que en una de las vueltas...
- ¡Hay! Se había mordido.
De sopetón el viento empezó a soplar fuerte... muy fuerte, arrastraba motas blancas muy gruesas, que al caer en su cuerpecillo, más temblaba.
- ¿Que es esto? Se preguntaba.
En poco tiempo, parado entre las ramas del árbol, los ojos casi congelados, ya ni tiritaba, no podía, notaba que su interior se iba frenando.
Un pajarillo que pasaba por allí, le dio un pequeño golpe con la ala,
- ¡Vuela! Le pío tenuemente.
- Como voy a volar, no soy un pájaro. Que más quisiera yo. Se dijo Frisqui.
El pajarillo ya alejándose de la zona, miro para atrás para ver al ratoncito, se dio cuenta que si no se movía, se quedaría congelado. Sintiendo compasión de él decidió volver para incitarle a moverse.
Cuando llego al lugar donde estaba Frisqui, acurrucado, ya casi no podía abrir los ojos, miro al pajarillo con extrañeza.
¿ Que quieres le pregunto con la mirada?
El pájaro, con ambas alas le sacudió la nieve que tenia encima y alrededor suyo. De esta manera él no perdía calor y a la vez elevaba la temperatura del roedor.
En poco tiempo ambos se sintieron llenos de vitalidad.
El pájaro entonces empezó a empujar con las alas a Frisqui para que se moviera, y lo hacía, pero se frenaba cuando el ave cogía el vuelo.
- ¡Vuela! Le decía a su manera.
- ¡Es imposible! Se decía Frisqui, mirándolo desde la copa de un árbol.
Volviendo la vista atrás vio como la nieve crecía a pasos agigantados, cada vez había más agrupada y más gruesa. Miro para adelante. Allí estaba el pájaro incitándole a que le siguiera.
Se sintió entre la espada y la pared,
- ¿Que hago? Se pregunto.
En un momento de ímpetu, sin pensar... se retiro un poco. Inestable a punto de caer, cogió carrerilla y sin pensarlo dio un gran salto.
-¡Huyyyyyy...! grito despavorido.
Y con las patas alzadas al vuelo como si fueran alas llego, casi...
pero ahí estaba el pajarillo, lo agarro por una oreja y hasta la copa más cercana del árbol lo poso.
Friqui asombrado miro a sus espaldas, sorprendido...
- ¿Todo ese trozo he saltado? Pregunto.
- No, contesto el pajarillo, ¡has volado!
- ¿Que he volado?
- Sí, has volado.
Frisqui, miro en pos de él observando todo lo recorrido, era cielo abierto. Asombrado vio que no había otra forma de haberlo hecho sino volando y acepto la explicación de su compañero.
El pajarillo le incito a seguir hacia delante, y ya sin miedo lo hizo.
Volvió a saltar, alzar las patas y recorrer espacio tras espacio, al principio con ayuda de su nuevo amigo, pero luego cada vez más, más largo era el vuelo y por él mismo sin el amparo del ave.
Así tras un largo rato llegaron a un amplio claro donde ya no estaba nevado, cerca se veía el mar. Era...
Sorprendido...
lo que había más allá del bosque, lo que tanto había deseado por mucho tiempo, saber lo que existía al final de éste.
- ¡Que belleza! ¡Cuanta agua! Se decía Frisqui.
En su alegría se dijo...
- Lo logre. Había volado, había logrado saber y ver lo que había más allá del final del arbolado, pudo.
Suspiro y observo que no hay imposibles, que todo esta ahí esperando si tienes la voluntad y las fuerzas suficientes para llegar a tus deseos.
No fue fácil, lo que parece imposible, parece, no es sencillo. Tuvo que vencer sus miedos, los que le impedían conseguir. Tuvo que ver, descubrir, aprender, para obtener su plena libertad, hacer, para conseguir sus deseos. Y así ser plenamente libre.
El ratón... que pudo volar un largo trecho, el que le dieron sus patas, su fuerza, su pensamiento y un bello amigo que con su ayuda le hizo descubrir y aprender siempre dentro de lo factible y lógico que todo es posible.
Por Montse Cobas.
Feliz viernes.
Sera. Es.
Pueden seguir los terremotos de fuerte intensidad, pues los retumbes (sonido del movimiento de las placas tectonicas) se sintieron ayer por la mañana fuertes y constantes, y ya menos seguidos y de menos intensidad ayer noche.
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saludos, :) <3